Pesca de Invierno en Carpódromo: Estrategias para Ganar

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Llegados en pleno invierno, si somos amantes de la pesca en el carpódromo, debemos prestar mucha atención a algunos detalles que, sólo en la temporada de pesca más difícil del año, pueden marcar la diferencia.

El frío y el fondo

Entre todas las dudas que pueden pasar en la mente de un pescador que se presta a sumergir la línea en un carpódromo durante el invierno, ciertamente no puede haber espacio para la medición del fondo y la consiguiente elección de trabajar el anzuelo en estrecho contacto con el suelo.

Todos sabemos que la carpa, cuando la temperatura atmosférica se acerca a cero, ya no es muy activa. Todo esto les lleva a alimentarse con menos avidez que en las épocas más suaves del año y preferiblemente en las capas más profundas del agua.

Todo ello mediante movimientos lentos y no agresivos, que permiten a los ciprínidos ahorrar consumo de energía. Por lo tanto, cualquier idea de socavar las carpas en la superficie o en el medio del agua no ofrece buenos resultados, obligando a los pescadores a trabajar con líneas que mantengan el cebo lo más cerca posible del suelo.

En los últimos años hemos visto inviernos mucho más suaves que en el pasado, durante los cuales siempre hay espacio para días muy fríos, marcados por la lluvia, la nieve y los fuertes vientos, pero también numerosos días casi primaverales. Son precisamente estos últimos los que se caracterizan por tener rangos de temperatura elevados que ofrecen madrugadas muy frías pero, a medida que el sol sale, especialmente en las horas centrales hasta la puesta del sol, expresan temperaturas por encima de los quince a dieciocho grados, y luego vuelven a caer en cuanto desaparece el sol. En todo este "marasmo" de temperaturas inestables, la carpa puede variar, aunque sea ligeramente, el enfoque con la comida y la forma de comer.

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Todo esto se aplica al tipo de cebo utilizado, pero aún más a la profundidad exacta a la que los peces deciden tragar el alimento. Con esto no queremos argumentar que los aleteados, en las primeras horas de calor, pueden cambiar completamente sus hábitos, porque siempre hay que tener en cuenta que la temperatura del agua no varía rápidamente de una hora a otra, sino que toma unos días de calor constante para asegurar que una masa líquida se caliente correctamente.

Sin embargo, en las horas centrales del día, si el sol cumple con su función, la carpa puede percibir una pequeña variación climática y aumentar su actividad motora y alimentaria.

¿Por qué levantarse del suelo?

Habiendo argumentado con convicción que durante el invierno la carpa come poco, lentamente y preferiblemente cebos que descansan en el suelo, ¿por qué deberíamos presentarles una mordida desprendida del suelo, aunque sólo sean unos pocos centímetros?

La respuesta es simple y está dictada por el sentido del agua y los conocimientos técnicos de un buen pescador. Hemos explicado en el párrafo anterior que, en esos días de invierno menos rígidos, cada vez más frecuentes en los inviernos de los últimos años, es fácil tener unas horas cálidas y muy soleadas en las que los peces que viven en los carpódromos aumentan su movilidad y buscan alimento.

Si a esto le sumamos el conocimiento del cebado que llevan a cabo los numerosos pescadores que acuden a la instalación deportiva en cuestión y también la costumbre de estos últimos de tirar comida en pequeñas cantidades, pero con gran constancia, es fácil ver que nuestras presas siempre estarán tentadas de ir a la fuente de alimento propuesta.

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Después de unas horas de pesca, usted pasa continuamente lanzando gusanos, maíz, cáñamo o caster en la cabeza de la carpa, tan pronto como la temperatura atmosférica se suavice y la concentración de peces alrededor del anzuelo aumente, será fácil para su competencia empujarlos a levantar la cabeza para agarrar comida antes que los otros similares.

Cuatro dedos por encima del suelo

El hecho de que el anzuelo funcione a pocos centímetros del suelo permite al pescador explotar la misma línea idéntica creada para pescar en el fondo clásico, sin tener que cambiar nada en el montaje.

Al mismo tiempo, de esta manera, obtendrá una alimentación más decidida y franca, evitando enganchar algunos peces de las partes de la boca, un inconveniente común cuando pesca bien apoyado en el suelo.

Además de todas estas ventajas, nos gustaría señalar que las carpas más grandes y pesadas son las primeras en voltearse la boca hacia arriba, usando su propio tamaño para expresar su dominio sobre sus contrapartes más pequeñas y débiles, agarrando primero su comida.

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Además, hay que tener en cuenta que un cebo recién separado del suelo será muy evidente a la vista de los peces, permitiéndoles comer, sin embargo, siempre en las últimas capas de agua, evitando hacer movimientos particularmente extenuantes y costosos desde el punto de vista de la energía.

¿Cuándo?

La combinación de todas estas ventajas nos ha llevado a menudo a realizar buenas capturas durante las competiciones, optando por iniciar la sesión de pesca con el anzuelo apoyado en el suelo, para luego desprenderlo de cuatro dedos tan pronto como la actividad de la presa se haya intensificado.

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La señal inequívoca para elegir el momento más adecuado para el cambio la ofrecen las propias carpas que, con su creciente actividad, atestiguada por toques de comida o falsos con los consiguientes golpes al vacío, nos sugieren variar la profundidad de la pesca.

Qué sonda

Para estar seguro de presentar el anzuelo cebado a cuatro o cinco centímetros del fondo, es imprescindible sondear perfectamente la profundidad, haciéndolo con una sonda adecuada que elimine por completo el riesgo de hacer una valoración errónea. Por eso recomendamos una base plana y ancha de 20-25 gramos, en la que se puede insertar firmemente el anzuelo.

Bajando la sonda lentamente en el agua, teniendo cuidado de que todo se haga con la línea exactamente perpendicular al agua, será posible colocar suavemente la sonda en el suelo, sin que se plante en un fondo marino blando.

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Una vez que haya encontrado el fondo preciso, simplemente tome un marcador y marque en la punta de la roubaisienne la profundidad real (esto debe ser considerado por el anzuelo hasta la mitad de la antena de señalización del flotador, teniendo en cuenta que en la pesca con una calibración adecuada se mantendrá fuera del agua sólo la mitad de la antena). En el momento adecuado, simplemente baje el indicador cuatro dedos desde el fondo estimado y saldrá correctamente del suelo.

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